El ajedrez es EL juego. Combina una reglas muy sencillas con suficiente variabilidad como para ser jugado por todas las edades, llenar libros durante 500 años, ser considerado como deporte a nivel internacional, tener sus propias leyendas como Murphy, Fischer, Capablanca,… Es la encarnación viva de esa frase con la que nos gusta publicitar nuestros juegos: «5 minutos para aprenderlo, toda una vida para dominarlo».

Una de las mecánicas del ajedrez ilustra bien esta idea de que una única regla puede definir o alterar el carácter de un juego de manera radical. En este caso concreto creo que es la combinación de dos reglas: la promoción del peón y el movimiento de la dama.

LA PROMOCIÓN DEL PEÓN – EL PODER DE LA DAMA

En ajedrez la pieza con menor valor (que no importancia) es el peón. Imitando el papel de la infantería de línea, lanza en ristre tras su escudo, el peón sólo puede avanzar una casilla hacia adelante y capturar en diagonal. La dama, por el contrario, puede mover en cualquier dirección y cualquier número de casillas, convirtiéndola en la pieza más poderosa sobre el tablero.

Sin embargo, si un peón logra alcanzar la última fila en territorio enemigo, inmediatamente ‘promociona’ a cualquier pieza a su elección, generalmente la dama por su valor. Los peones, limitados de inicio, contienen el potencial para desequilibrar una partida. Es muy conocida la frase de Nimzovich: «Un peón pasado es un criminal, que debe encerrarse bajo llave«.

CÓMO AFECTA LA PROMOCIÓN AL JUEGO

La amenza de que cualquier peón se pueda convertir en la más fuerte de las piezas (y cualquier número de ellas, teóricamente podría llegar a tenerse 9 damas sobre el tablero) tiene una gran influencia en el desarrollo del juego.

En ajedrez se distinguen tres fases durante una partida: apertura, medio juego y juego final. Durante la apertura su efecto es nulo, la teoría de aperturas sería idéntica con o sin promoción. Durante el medio juego, conseguir por ejemplo peones ‘pasados’ (sin un peón rival entorpeciendo su camino), es un elemento estrategico muy relevante. Pero en los finales la promoción define el espíritu de dicha fase.

La entrada de wikipedia estima que sólo en un 1,5% de las partidas se produce una promoción, pero no es sólo el conseguirla, sino lo que la amenaza de conseguirla supone para el rival. Muchos elementos tácticos se alinean por dicha amenaza a partir de cierto punto del juego: los mencionados peones pasados, la estructura de peones, peones alejados, el papel defensivo del rey, carreras de peones y la regla del cuadrado… En esto haría falta un auténtico teórico del ajedrez, pero sin la posibilidad de transformar los peones en dama, ¿seguiría siendo tan ‘barato’ el intercambio de piezas para simplificar el juego o mejorar posiciones? ¿Cuántas nuevas posiciones significarían unas tablas directas? ¿Qué sentido tendrían finales de peones y reyes? ¿Dónde acabaría de hecho toda la teoría de finales?

PROMOCIÓN YA EXISTÍA…

El ajedrez ha evolucionado a lo largo de su historia, incluido las reglas de la promoción. Se cree que ya existía en sus predecesores persas e indios y parece razonable que así fuera: premiar a la pieza que consigue entrar en el campamento enemigo al otro extremo cuadra perfectamente con la dinámica de las batallas campales de la antigüedad.

Constancia escrita de la promoción la tenemos en el «Libro del ajedrez, dados y tablas«, escuela de Alfonso X, de finales del siglo XIII.

«Otro si pusieron del alfferza que guando se perdiesse podiendo llegar gualguiere de los peones fasta la casa postremera dell otra parte del axedrez, onde mueven los iuegos mayores dent adelant fuessen alfferzas. e que se pudiessen despon bien como la primera e andar dessa guisa»

Párrafo en que se refiere a la promoción de los peones en alfferza, antecesor de la actual dama.

Alfferza‘ era el visir que luego reemplazaría la dama moderna. Este alfferza sólo movía un par de casilla en diagonal. Varios de los problemas que incluyen el libro ya incluían la promoción entre sus temas, pero podemos imaginar que el impacto de dicha promoción era proporcional a la ‘potencia’ de la pieza a la que se asciende.

…PERO LA NUEVA DAMA LO AMPLIFICA

Cuando en torno al siglo XV la dama recibió sus ‘super-poderes’ actuales el impacto en el juego debió de ser brutal, de hecho coexistieron el ajedrez ‘viejo’ y ‘nuevo’ en función de las capacidades de la dama. Ese cambio es en sí mismo una regla que cambia el juego, pero como efecto colateral amplificó la importancia de la promoción. Un peón puede valer mucho como para ignorarlo. Mientras haya un peón activo sobre el tablero la partida sigue viva. Ahora sí que hay juego hasta la última pieza.

En aquellos tiempos no existía el juego posicional y se buscaba el mate desde el principio, los finales igualados serían más raros. ¿Fueron capaces por tanto de ver la implicación que la nueva dama tenía para la regla de la promoción y los finales del juego? ¿O es algo que vino sobrevenido sin que se dieran cuenta de sus efectos hasta más tarde?

EFECTOS COLATERALES

Imagino que el cambio en las capacidades de la dama fue algo premeditado en busca de un mayor dinamismo y rapidez en el juego. Su impacto en la promoción y el final del juego probablemente no fueran el objetivo, pero sucedió.

Quizás sea uno de los puntos más complicados en el diseño de juegos, vislumbrar esas interacciones complicadas entre reglas aparentemente inconexas. Por eso cuidado al añadir reglas sin ton ni son, uno puede encontrar la gloria del juego perfecto o arruinarlo con secuencias obviamente ganadoras que limitan el espacio de la variabilidad estrátegica y el interés que el juego despierta.

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